Procesos de duelo
- Marta Fernández Posadas
- 1 nov
- 3 Min. de lectura
Todos en nuestra vida atravesamos situaciones en las cuales alguien querido fallece. ¿Qué hacer ante estas situaciones? ¿Qué lugar tienen las emociones? ¿Qué relación hay cuando alguien muere?
Aprender a cerrar es tan importante como aprender a abrir. Y es dificil abrir lo siguiente sin haber gestionado lo anterior. En esta entrada te doy orientaciones al respecto.
Cuando alguien que nos importa fallece, independientemente de la edad de las personas relacionadas con el fallecido, todas han de ser muy cuidadosamente informadas. Nunca dar con rudeza la noticia, ni tratar de ocultarla, ni evitar a alguien formar parte de los pasos con los cuales llevar a cabo el ritual funerario.
Lamentamente es común que las familias de nuestra cultura ante un acontecimiento así carezcan de un sentido ritual, con el cual llevar a cabo lo que hay que hacer. No hay espacios familiares ni escolares donde hablar de la muerte y qué hacer al respecto, hay protocolos de actuación económicos, religiosos, médicos, políticos y el sin fin de debeísmos familiares ante situaciones de esta clase.
Por eso importante entender que cada individuo ha de armar una relación propia a estos acontecimientos y darse un espacio y un tiempo para realizar los pasos que al respecto tiene que dar ante un suceso así.
Tu relación a qué significa para ti la muerte, tus consideraciones acerca de qué implicación tiene ese fallecimiento en tu vida, tu propio ritual de duelo al respecto...
La noticia, los protocolos, lo que se espera y lo que no se espera de ti en la situación te lleva hacia actuaciones que te alejan de tus necesidades al respecto. Es importante considerar qué necesitas tú ante esa situación, dónde colocarte, qué piensas al respecto, qué deseas y que no quieres hacer.
Es muy frecuente elaborar un proceso de duelo mucho tiempo después de que la persona haya fallecido. Surje en un momento donde uno se da el permiso de sentir, de expresarse, tanto a solas como en compañía con otros. Se nos ocurre también con qué gesto, ofrenda, honrar la memoria de tal persona.
Básicamente se trata de despedirse del otro con una manera propia que tal vez no sea compartida por la cultura y sentires de los de alrededor. No perjudicarse a uno mismo sufriendo, ni permitirse el luto permanente, pues la alegría es necesaria para vivir. Tampoco evitarse la tristeza o hacer como que no ha ocurrido algo. Es importante una saludable gestión de las emociones del duelo donde haya espacio a la alegría, al amor, la rabia, la tristeza...
No negar el acontecimiento, hablar del tema con alguien de confianza, digerirlo y hacer los cierres y aperturas que son requeridos.
En cuanto a quien ha fallecido, es importante dejarlo ir, a veces incluso quitarle lo que trata de retenerlo, ayudar a esa alma a que se libere. Sin el expreso acuerdo de la person, prolongar inncesariamente las constantes vitales mediante tecnología, medicamentos o pretender que se salve a toda costa cuando de salvarse quedaría con secuelas son todas cuestiones que tienen que ver con lo que los de alrededor imaginan que es necesario y no con aceptar que ya le llegó su hora de viaje a las estrellas.
La relación al otro no termina por que el otro haya fallecido, continua. Es importante entonces decidir cuál es ésa relación y generar que sea una relación sana. Es importante hablar en sesión de este tipo de acontecimientos. En ellas escucho acerca de qué se inscribió en tí ya que eso sí incide sobre tu vida y es necesario abordarlo.
Por otra parte, hay mucho que aprender acerca del concepto de muerte y el de vida. Desde la concepción Chamánica se puede acompañar estos procesos
-psicopompos- aportándonos sabiduría de gran provecho para nuestra vida.





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