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Los dramas de control

  • Foto del escritor: Marta Fernández Posadas
    Marta Fernández Posadas
  • 31 ene
  • 9 Min. de lectura

Actualizado: 26 mar

Los dramas de control y el triángulo de Karpman son una herramienta para reconocer en nosotros y en los demás las caretas que se pone el yo para con eso, ocupar un lugar y no crecer. Mantenerse atascado en cualquier de esas máscaras nos impide avanzar y nos afecta negativamente en la vida en todas las áreas, por tanto, desenmascarar al ego entendiendo que se trata de discursos impersonales y colectivos, nos ayuda a no identuficarnos a eso que se alimenta de cada quien y trascenderlo.





Es muy importante para liberarse de los dramas de control la certeza de que no existen ni victimas ni verdugos ni salvadores.


Sin una posición de víctima no hay posibilidad de verdugo, no puedes hacer daño a otro pues es porque ese otro dejó entrar tu agresión que se hirió y nadie puede ayudar a resolver los problemas a otro, porque cada quien genera problemas que solo quien las genera las puede disolver y resolver.


Primero aprendamos a reconocer las tres máscaras.


La victima


Su actitud es de sumisión, de pasividad y de indefensión. Se cree desamparado, sin recursos y justificado de no avanzar en base a carencias afectivas o de recursos y no hace algo al respecto si no que pide, mendiga afecto, recursos lo cual muestra su vertiente verduga de los demás a los que responsabiliza de su situación y de los cueles quiere vengarse y que le indemendicen, tratando de sacar provecho de ser victima y buscando salvadores que contraataquen a quien según ese ego, es su verdugo. Al mismo tiempo vende una imagen de inocente y desgraciada con la que pretende que los demás le den atención, amor, apoyo y recursos.


Se desvalorizan enormemente, demandan ser maltratadas y también que el otro les tape la falta. Son personas que en su familia fueron rechazadas cuando estaban sanas, alegres y se sentian valiosas. Y que, por tanto, pretenden ocupar un lugar con generar problemas, desgracias y carencias.



El verdugo


Se trata del yo tratando de imponer su visión de la realidad, diciendo a los demás qué es lo que tienen que hacer, mandando a callar, desautorizando al otro y no permitiendo a los demás que se expresen libremente. Se creen poseedores de la verdad, de la razón, de la iluminación, y se la pasan dando órdenes a los demás.


En el fondo se creen victimas de los demás que no aceptan sus soluciones, o que no los obedecen, y venden su crueldad en nombre de ideales de amor, de libertad, o del bien de los demás.


El salvador


Esta máscara pretender que es un mérito sufrir por lo demás, sacrifiarse por el otro, interceder para rescatar a quien se hace la victima, y pretende ámicamente venderse como necesario para el otro, con lo cual se perjudica a sí msmo, ya que se esclaviza tranto de satisfacer las necesidades de los demás olvidándose de las suyas propias, con lo cual da a cambio de recibir y cuando lo que obtiene del otro es rechazo, ya que nadie le pidió su ayuda, se victimiza.


Son personas que creen que ellso no valen y que lo importante son los demás.



Los dramas de control


Son las diversas dinámicas energéticas que se establecen entre las personas a través de los dramas de control. Sirven a un modelo depredatorio de la energía y expresan la desconexión con la propia divinidad. Conectándonos a nosotros mismos, generamos una fuente de energía ilimitada, centrada y protectora. Por eso hay que aprender a reconocer estos patrones de relación depredatoria y retonar al propio centro en base a hacer uso de la lógica que nos permite no depender de los demás ni de las cosas. El libro "La Novena Revelación" los explica muy bien y son muy útiles para captar estas dinámicas.


1. El Intimidador 


El Intimidador logra que todos les presten atención a fuerza de gritos, fuerza física, la agresividad, la sublevación, amenazas y exabruptos. Mantienen a todos a raya por temor a desatar comentarios molestos, rabia y en casos extremos, furia. La energía fluye hacia él, debido al miedo y la sospecha al próximo suceso.


Acaparan el escenario y hace que los demás sientan a su lado temor y ansiedad. Son básicamente egocéntricos, su comportamiento puede ir desde dar ordenes a los que están a su alrededor, hablar constantemente y levantar la voz para que lo demás no hablen, a ser autoritarios, inflexibles, sarcásticos y violentos.



Los intimidadores son quizás los más apartados de la energía universal. Inicialmente atraen a los demás creando un aura de poder.


En este sentido, como permanente reacción ante el drama del Intimidador, nace otro drama que combina con el primero y es el del "Pobre de Mí”.


Éste presiente que el Intimidador le quita energías hasta atemorizarle, por lo tanto, trata de frenarle mediante una dinámica energética sumamente pasiva, asumiendo una actitud impotente y aduladora, encogida e impotente: Mira lo que estas haciéndome. No me lastimes, soy débil.


El Pobre de Mi trata de hacer que el Intimidador se sienta culpable para así frenar el ataque y recuperar el flujo de energía. Otra de las posibilidades es la reacción al Intimidador como otro Intimidador o “Contra-Intimidador”. Esta dramatización se produce si la actitud Pobre de Mi no da resultado o, mas probablemente, si la personalidad de la otra persona también es agresiva. Entonces, esta persona responde al ataque del Intimidador original. El tipo de Intimidador hace suponer que uno de sus padres ha sido Pobre de Mí o Intimidador también.


2. El Interrogador 


El interrogador es menos amenazador desde el punto de vista físico, pero socavan el ánimo, y la voluntad cuestionando cualquier actividad y motivación. Montan el Drama de hacer preguntas y sondean el mundo del otro, con el propósito específico de encontrar algo equivocado, apenas lo hacen, critican ese aspecto de la vida del otro. Si esta estrategia tiene éxito, la persona criticada es incorporada al drama.


De repente empieza a sentirse tímida respecto del interrogador y presta atención a lo que este hace y piensa para no cometer algún error susceptible de ser notado por el interrogador. Esta deferencia psíquica le da al interrogador la energía que requiere. Cuando una persona queda atrapada en el drama del interrogador, normalmente tiende a actuar de manera tal que esa persona no lo critique y así, el interrogador lo saca de su camino y lo despoja de su energía, porque la victima se juzga a si mismo por lo que el interrogador pueda pensar.


El interrogador siempre encuentra algo equivocado en las respuestas de los otros. Son críticos y hostiles, buscan formas de hacer sentir mal a los demás. Él duda de todos los hechos y trata de echarnos la culpa de todo. Cuando hacemos esfuerzos para probar su valía y responderles, cuando tratamos de reaccionar ante él, más le enviamos energía.


Ante El Interrogador, es probable que todo lo que le digamos o contestemos, sea usado en nuestra contra en alguna oportunidad. Criticará todo lo que digamos o hagamos. A su proximidad sentimos como si nos observaran continuamente, como si estuviésemos constantemente vigilados. Su comportamiento puede ir de ser cínicos, escépticos, sarcásticos, fastidiosos, perfeccionistas, santurrones, a ser viciosamente manipuladores. Inicialmente atraen a los demás con su ingenio, su lógica infalible, sus hechos y su intelecto.


El comportamiento del Interrogador como padre, origina el comportamiento del Distante o Pobre de Mí, o ambos, en sus hijos. Ambos tipos quieren escapar del sondeo del Interrogador. Los distantes no quieren tener que responder (ni ver su energía absorbida) al escrutinio constante y fastidioso del Interrogador.


3. El Distante 


Las personas distantes están atrapadas en su mundo interior de luchas, miedos, y dudas sin resolver. Creen inconscientemente que si se muestran misteriosos, reservados y desapegados, otros vendrán a rescatarlos. Esperan que alguien se incorpore al drama y trate de imaginar que pasa, cuando esto ocurre, El Distante se muestra vago e impulsa al otro a esforzarse, hurgar y tratar de discernir sus verdaderos sentimientos. Al hacerlo, la victima, le presta su total atención y le envía su energía. Cuanto más tiempo la victima se mantenga intrigada e interesada, mas energía recibe “El Distante”. Por desgracia, mientras se juega a ser “Distante”, su vida tiende a evolucionar muy lentamente.


Los Distantes son a menudo solitarios, mantienen distancia por temor a que otros impongan su voluntad o cuestionen sus decisiones (como lo hicieron sus padres Interrogadores). Piensan que tienen que hacer todo solo, no piden ayuda. Necesitan mucho espacio y a menudo evitan quedar atados con compromisos. No se toman obligaciones. De chicos, no los dejaron satisfacer su necesidad de independencia o no los reconocieron por su propia identidad. Tienden a ocultar, lo que en realidad piensan.


El Distante está propenso a caer en el lado Pobre de Mí. La mayoría viven en estado carencial (amor, dinero y autoestima), no se dan cuenta de que su propia indiferencia puede ser la causa de que no tengan lo que quieren, o de su sensación de estancamiento y confusión.


Generalmente, consideran que su principal problema es la falta de algo (dinero, amigos, contactos sociales, educación). Se sienten estancados y no entienden que ese comportamiento distante los aleja de la prosperidad. Su comportamiento va de no mostrar interés, no estar nunca disponibles, no cooperar, a ser condescendientes, a rechazar, oponerse y ser escurridizos.


Hábiles en el manejo de la indiferencia como defensa, tienden a cortar su energía con frases como: “Soy diferente”, “Nadie entiende lo que trato de hacer”, “Estoy confundido”, “No quiero seguirles el juego”, “Sí tuviera”. Las oportunidades se les escapan mientras hiperanalizan todo. Ante el más mínimo indicio de conflicto o enfrentamiento, el Distante se vuelve vago y pude desaparecer literalmente (no atiende llamadas telefónicas, o no se presenta a una cita).


Su medio de protección es la ruptura de la comunicación. Inicialmente, atraen gracias a su personalidad misteriosa e inaccesible. Es hijo de padre Interrogador. No ha recibido independencia ni ha sido avalada la identidad de su personalidad.


El Distante es padre del Interrogador generalmente, pero puede entrar en dramas de control también con el Intimidador y con el Pobre de Mí pues están en el centro de la serie.



4. El Pobre de Mí o Víctima 


Si alguien le dice todas las cosas horribles que le están sucediendo, dando a entender, quizás, que usted es el responsable y que si usted se niega a ayudarlo esas cosas continuaran, esa persona trata de controlar en el nivel más pasivo. Estamos en presencia de un Pobre de Mí.



El Pobre de Mi, te hace sentir culpable cuando se halla en su presencia, aunque usted sepa que no hay ninguna razón para eso. Su mundo dramático, lo coloca a usted en una posición en la que tiene que defenderse de la idea de que no esta haciendo lo suficiente por esa persona. Los pobre de mi, nunca piensan que tienen suficiente poder para enfrentar al mundo de una forma activa, de modo que atraen simpatía llevando la energía hacia ellos. No tiene fuerzas para luchar o discutir, por eso atrae hacia él, energía mediante el silencio, (pero un silencio que llama la atención), expresión de preocupación, debilidad, miedo, llanto, dolencias...



Cuando usan el tratamiento silencioso, pueden deslizarse hacia el modo Distante, pero como Pobre de Mi, se aseguran de que el silencio no pase inadvertido. Siempre pesimistas, los Pobre de Mi atraen la atención con expresiones faciales preocupadas, suspiros, temblores, llantos, miradas perdidas, respuestas lentas y relatos reiterados de dramas y crisis punzantes. Les gusta ser los últimos de la fila y someterse a los demás.



Sus dos palabras favoritas son: “Si Pero”. “El Pobre de Mí" seduce inicialmente por su vulnerabilidad y su necesidad de ayuda. Sin embargo, no le interesan realmente las soluciones porque entonces perderían su fuente de energía. También pueden mostrar un comportamiento complaciente en exceso que a la larga los lleva a sentir que sacan ventaja de ellos y reafirma el método Pobre de Mí para conseguir energía.


Como complacientes, tienen escasa habilidad para poner límites y el comportamiento va desde convencer, defenderse, dar excusas, explicar reiteradamente, hablar demasiado, a tratar de resolver problemas que no son de su incumbencia y después se ofenden porque no los valoran. Los Pobre de Mi mantienen su postura de victimas atrayendo gente que los intimida. Ambos están relacionados mediante situaciones de violencia y explotación. Pueden también mostrar una suprema hostilidad, que le hace sentirse igualmente explotado y víctima. En los ciclos extremos de violencia domestica, un Intimidador envolverá al Pobre de Mi en episodios cada vez mas violentos de maltrato hacia el, hasta alcanzar un clímax. Después del clímax, el Intimidador se retira y pide disculpas, enviando así la energía que vuelve a hacer entrar a Pobre de Mí en el ciclo. El "Intimidador" por su parte le incita a volver a su comportamiento de víctima.



Según la descripción anterior, podemos analizar el drama de cada una de las personas, dependiendo de donde se ubiquen en ese espectro que va desde lo más agresivo a lo más pasivo. Si por ejemplo, una persona es sutil en su agresión, si encuentra fallas y lentamente socava su mundo para obtener su energía, esa persona seria una interrogadora. Menos pasivo que el “pobre de mi” seria el drama de la actitud distante.



De modo que el orden de los dramas, desde el más agresivo al más pasivo es: INTIMIDADOR, INTERROGADOR, DISTANTE y POBRE DE MI. Algunas personas usan más de un drama en distintas circunstancias, pero la mayoría tienen un drama de control dominante que tienden a repetir, según cual funciono bien con los miembros de nuestra familia primaria.


Entrenate en sesiones individuales en detectar estas 3 máscaras y dinámicas energéticas o dramas de control para impedir la depredación energética y retornar a tu poder interno.


Bibliografía






 
 
 

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